Justin Tolbert era un héroe de guerra y el nuevo conde de Wynfield, pero no el mismo hombre que lady Sarah Spenser había conocido… De repente, Sarah recordó vívidamente la noche en que había bailado con él por primera vez. El salón de baile londinense rebosaba de invitados y el calor resultaba asfixiante. Justin iba de uniforme, y el traje de su regimiento realzaba la perfección de su cuerpo y su rostro todavía juvenil. Sarah pensó entonces que no había hombre más apuesto en toda la estancia. Aceptó su mano con agrado y, cuando sonaron las primeras notas, se dejó llevar en sus brazos. Sus pasos se acompasaban a la perfección, casi sin pensar. Y bailaron juntos como si hubieran sido creados sólo para eso…
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